Pienso que para hacer diseño hay que saber disfrutar de la vida. Cada cosa que gira alrededor mío lo considero un recurso enriquecedor para mi trabajo y por ello antes que nada, debo tener la capacidad de apreciarlo, de estar atenta a las cosas simples, de cuestionarlas y registralas (por ello vivo con lapicera y cuaderno en mano... y sino cualquier papelito es suficiente para escribir, dibujar... para crear)
Yo me enamoro de las plantas, su forma, color, olor y textura. También me detengo a observar a las personas, aprendo mucho de ellas: mirándolas actuar, conversando... ellas me dejan algo que permanentemente me hacen ser una nueva persona.
Aprecio poder sentir el sol, el agua correr, un mimo, un abrazo, la música... poder expresar mi alegría en el baile, la risa y el canto. Agradezco poder ver el amanecer y el atardecer, los colores de las telas, poder saborear lo dulce de una fruta o un postre, sentir los aromas de la comida, tocar la corteza de un árbol o un caracol robado del mar... caminar descalza sobre el pasto, sentir la piel de quienes abrazo, mirarlos a los ojos; también agradezco poder acceder a las puertas que me abren los libros y la libertad que me dan sus enseñanzas; tener la posibilidad de viajar e interiorizarme en otras culturas, conocer nuevos lugares.
Y tanto, tanto más que voy descubriendo y agradezco por tener la posibilidad de vivirlas.
Tuve solo unos poco Grandes Maestros en mi carrera, pero éstos marcaron rotundamente mi visión de esta maravillosa profesión. Uno de ellos, me enseño que para ser diseñadora tengo que estar siempre despierta. Pero despertar no como un mero hecho biológico… él decía que despertar es sentir cada cosa que te rodea, descubrir cada día algo nuevo, encontrar otro punto de vista; y cuando aprendés a ver así al mundo, todo tiene más sentido, todo se siente más intensamente… disfrutás de cada momento, agradecés estar vivo.
Entonces, en los años que llevo estudiando y ejerciendo mi profesión me he dado cuenta que para ser un buen profesional del diseño primero hay que doctorarse en gozar de la vida; de estar permanentemente abierto a aprender, de asumir que es un proceso que nunca termina; que con las teorías de los libros no basta; que es necesario vivir diferentes experiencias, detenerse a observar, involucrarse, investigar… y lo más importante, disfrutar para entregarse… ENAMORARSE.
miércoles, 18 de marzo de 2009
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